Pedimos una Licencia por Maternidad de 210 días (30 antes del parto y 180 después) y una Licencia por Paternidad de 20 días hábiles (5 antes del parto y 15 después) para toda la Argentina y tanto en el ámbito público como privado, para hijos biológicos o adoptivos, y una ley especial de Nacimientos que contemple todos los casos que hoy se dan en el país.
Porque la mujer que elije ser madre necesita herramientas serias para poder criar y trabajar sin trabas. Porque los padres son fundamentales en ese momento vitál único. Porque los bebés necesitan estar en su núcleo familiar el mayor tiempo posible para desarrollarse física y emcionalmente sano.
Porque creemos sinceramente que una mejor sociedad se forma sobre la base de un mejor cuidado de nuestros niños y niñas.

jueves, 31 de marzo de 2011

¿Sabés cómo son las primeras relaciones madre-hijo?

Otro aporte de Valeria Pedro:

Después de nueve meses de embarazo, madre e hijo se encuentran “cara a cara”.
Comienzan a conocerse. Estas relaciones, de apariencia sencilla, esconden tras de sí mecanismos muy complejos. Los psicólogos las denominan “relaciones de apego”.

Y están basadas en la afectividad y en la satisfacción de las necesidades básicas y primarias del bebé. De cómo viva el niño estas experiencias tempranas, dependerá su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos.

¿Cómo se cuida un bebé?

A nadie se le escapa que el bebé requiere unos cuidados mínimos que satisfagan sus necesidades más perentorias: confort y seguridad, ausencia de ruidos o luces fuertes, temperatura adecuada, alimentación, limpieza y aseo... Pero para desarrollarse como ser humano, el bebé necesita mucho más, requiere afectividad: el amor y el cariño de las personas que lo cuidan.

No basta con alimentarle

Principalmente durante la alimentación, el lactante recibe una serie de estímulos cruciales para su desarrollo personal y afectivo. Percibe el contacto de la piel de la madre, la mirada, el olor y la voz... Es por esto, entre otros motivos, por lo que se recomienda la lactancia materna siempre que sea posible.

El bebé nace “preparado”

A todos los padres, sobre todo si son primerizos, les provoca no poca ansiedad el no saber cómo manejar ciertas situaciones. Normalmente, el bebé hace que todo sea más fácil de lo que parecía al principio...

El bebé nace con un repertorio de reflejos que le permiten interaccionar y relacionarse con el mundo de una forma, en apariencia simple, pero eficaz. Éstos son, entre otros: el reflejo de succión, de orientación hacía el sonido o la luz, el reflejo de agarrar, etc...


Gracias a estos reflejos, se producen cinco respuestas típicas que conforman la relación de apego, a través de las cuales la mamá establece una comunicación afectiva con el niño: succionar, abrazar, sonreír, la tendencia a agarrar, y tender hacia la persona que lo sostiene.


Un momento clave

Las primeras horas y días de vida del bebé suponen un periodo crítico o sensible en el que se establecen las bases de la futura relación de apego madre-niño.

Por eso es importante que la mamá, lo antes posible, pueda coger a su niño en brazos: que lo toque, lo acaricie, lo sostenga, le hable y le pueda amamantar... Que esto no se pueda realizar porque el niño haya nacido con alguna dificultad que requiera su ingreso en la unidad de neonatología, no quiere decir que vaya a padecer ningún trauma.

El papel del niño

Desde el principio, la interacción mamá-niño es bidireccional. Esto es, el bebé, por muy básicas que nos puedan parecer sus conductas, responde a los estímulos externos (la conducta de la madre) e influye sobre ella.
La madre está atenta a todas las señales: cómo duerme el bebé, cómo respira, su postura, cómo come, cómo mama... y sobre todo: cómo llora.

El llanto del niño

Una de las claves de la relación entre el niño y sus cuidadores es el manejo e interpretación del llanto. De todos las manifestaciones de la comunicación no verbal del niño pequeño, acaso ésta sea la más importante.

Pero no hay de qué preocuparse. Es cuestión de tiempo y experiencia el llegar a interpretar correctamente las señales. A base del ensayo y error, todos los padres acaban aprendiendo a distinguir qué tipo de llanto corresponde a cada demanda.


Cada bebé es un mundo

Cuando el bebé deja de llorar, se calma, responde favorablemente a las atenciones de sus papás, éstos se tranquilizan y se sienten reconfortados. Por el contrario, si esto no sucede así, la actitud del niño incomoda más a los padres, y éstos interpretan la perseverancia de su llanto como una crítica, como si el bebé les dijera: “¡no lo estáis haciendo bien!” (y la verdad es que en alguna medida es así). A la ansiedad del niño, hay que sumar la de los padres. Y algunas situaciones pueden ser difíciles de afrontar.
Y es que en estas cuestiones no existen muchas “recetas universales”. Como hemos dicho antes, es cuestión de tiempo, paciencia, ensayo y error, el que los padres aprendan a interpretar el llanto de su hijo y sepan ofrecerle las respuestas adecuadas.
Hay niños más o menos irritables, los hay que se consuelan por sí solos con más facilidad, más o menos inquietos, más o menos receptivos a estímulos externos, la forma de llorar también varía notablemente, así como los patrones de sueño y de succión...

No debe cargar toda la responsabilidad del cuidado del niño sobre su mamá, quien ya tiene suficiente con la recuperación postparto


El nacimiento: un momento delicado para la madre
En el nacimiento se produce un hecho crucial: los papás conocen a su niño. Después de llevarle nueve meses en su vientre, la mamá puede cogerle en brazos. Es el momento de comparar el bebé imaginado con el real.
Por todo lo anterior debemos tener muy claro que tampoco se debe cargar toda la responsabilidad del cuidado del niño sobre su mamá, quien ya tiene suficiente con la recuperación postparto. La madre no debe sentirse “evaluada” en ningún momento. Si el niño llora y al principio es difícil calmarle, algo marcha mal, sí, pero es la situación y la interpretación que de ella se hace lo que debe mejorarse. Y no las cualidades de la mamá (o el papá) como tales.

¿Y los papás?...

Afortunadamente, los papás están recuperando el terreno que la sociedad les había vetado. Afortunadamente, para ellos mismos, para el propio niño y su mamá, los papás participan activamente de las relaciones afectivas y de los cuidados del bebé. Y el papá juega un papel muy importante apoyando a la mamá, colaborando en la recuperación de la normalidad en la vida de pareja.

Y por último: ¿cuáles son los canales de comunicación entre el bebé y sus papás?

El sentido de la vista: Un momento mágico para los papás es el momento en el que su bebé fija su mirada sobre ellos. En ese momento, de alguna manera, el bebé parece reconocerles. Esto suele producirse en torno al mes de vida.
El sentido del oído: El bebé aprenderá rápidamente a identificar la voz de sus papás. No en vano ya las conocía antes de nacer. Por este motivo es fundamental hablarle, contarle, cantarle... Le tranquilizará y favoreceremos el desarrollo del lenguaje.
El sentido del olfato: Desde los 6 días de edad, aproximadamente, el niño es capaz de orientarse y reconocer el olor de la leche materna.
El sentido del gusto: También es importante. Se ha demostrado que el ritmo y los patrones de succión de un lactante difieren cuando varía el gusto y la composición de la leche.
El sentido del tacto: Es uno de los más importantes. El niño necesita sentir el contacto y el calor de sus cuidadores.

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